Toda mi vida he estado a dieta para adelgazar pero nunca he conseguido mantener mi peso saludable, lo cual me ha supuesto una gran angustia y frustración. Llevo un tiempo intentando abordar el tema de la alimentación desde otros puntos de vista como la alimentación intuitiva o consciente, pues no me rindo fácilmente y sigo dispuesta alcanzar una vida plena y feliz. Y por ello se me ocurrió pedirle ayuda a una buena amiga y terapeuta que conoce muy bien el tema de la alimentación por su propia experiencia.
«De lo que voy a hablar hoy, realmente no es mi tema habitual y no soy una experta en ello sin embargo, se me ha ocurrido darle un espacio, dado que de vez en cuando, personas que me conocen se han interesado en enfocar su alimentación de manera diferente viendo la mía y preguntándome sobre ello.
Así que hablaré en base a mi propia experiencia de lo que yo hago y conozco con el objetivo de ampliar la visión que existe con respecto a la alimentación.
Una cosa que he aprendido y de la que estoy muy convencida, es que cada organismo es un mundo y funcionamos de manera diferente. Incluso la misma persona dependiendo del momento en que se encuentre, el estilo de vida, el estado emocional, etc., tiene unas necesidades u otras y la pueden ayudar o ir mejor unos alimentos que otros. Así que para mí lo más importante, al margen de la alimentación que cada uno elija, es escucharse, escuchar al cuerpo y como se siente con cada alimento, si te hace sentir bien, si te aporta energía o te la quita, si te da ligereza o pesadez.. Y por supuesto, dentro de cada hábito alimenticio, considero que es importante la flexibilidad, la consciencia y la responsabilidad de cada uno consigo mismo.
Hace ya unos años, se despertó en mí gran interés por el tema de la alimentación desde el punto de vista de la salud. En este tiempo he ido investigando a través de diversos medios (libros, conferencias, talleres, documentales, etc.), sobre tipos, funciones, efectos, de cómo los alimentos, sus mezclas y cocinados, influyen en nuestra salud y energía, incluso en nuestros estados de ánimo. He seguido especialmente la medicina china y ayurveda, y las dietas vegetariana, crudivegana, macrobiótica y disociada.
De todos estos tipos de dieta (entendiendo por dieta un hábito alimenticio y no una limitación o restricción alimenticia para adelgazar), me fui quedando con lo que más me resonaba de cada una, observando con que me sentía o no mejor.
La conclusión para mí, a día de hoy, es que la mejor dieta es la basada mayormente en frutas y verduras, así como cereales integrales y proteínas de origen vegetal, incluyendo algas, semillas y frutos secos, y no mezclando determinados alimentos.
Así es como yo me alimento, todos los días como frutas, verduras, semillas… y no mezclo habitualmente hidratos con proteínas y algunos otros alimentos, aunque hay algunas mezclas que tolero bien y si hago, indistintamente del proceso digestivo que realizan. Esto es lo que se llama dieta disociada.
También me doy mis gustos dulces, no me limito ni soy extremista aunque si suelo ser consciente en cada momento de lo que estoy eligiendo comer y desde dónde, ya que a veces comemos consciente o inconscientemente de forma emocional para llenar vacíos y necesidades y “calmar” la ansiedad y no por hambre real o por disfrute.
Lo ideal es comer los dulces hechos en casa con tus propios ingredientes saludables.
En mi opinión estamos sobrealimentados y desinformados, en general, funcionamos en piloto automático mediante formas y hábitos diarios sin cuestionarlo.
Pienso que cuando el enfoque está en amarse, simplemente hay alimentos que sabiendo lo que hacen o aportan a tu cuerpo, directamente, dejas de comerlos de forma natural, al igual que limitarías el consumo de ellos a tus hijos, si los tienes.
Yo sé que es más fácil y cómodo según los estilos de vida, recurrir a lo hecho y comprado para consumir, en cambio, es una simple cuestión de organización.
Esto, sé por experiencia que no siempre es fácil, hay una gran carencia en general de amor y consciencia hacia uno mismo. El miedo, lo que creemos sobre las cosas y la desinformación, entre otros factores, hacen que continuamente nos “maltratemos” y descuidemos, conscientes o no de ello.
No solo lo hacemos con la comida, también lo hacemos en otras áreas de nuestra vida. Vivimos más hacia afuera que hacia dentro
Concretamente con la alimentación, la industria alimenticia no ayuda mucho, los supermercados están llenos de alimentos procesados que contienen aditivos, que a su vez generan que queramos seguir consumiendo determinadas sustancias como puedan ser los azúcares. Generan adicción y un bucle del que no siempre es sencillo salir.
Un alimento procesado es aquel que ha sido sometido a algún tipo de cambio o modificación. Algunos de los métodos que se utilizan, eliminan partes de los nutrientes disminuyendo gran cantidad de vitaminas y minerales, otros llevan añadidos de sal, grasa y/o azúcares, lo que hace que al consumir muchos alimentos de este tipo, suban los niveles de ellos en nuestro cuerpo sin darnos cuenta.
Volviendo a mi alimentación y consumo habitual. ¿Qué utilizo en mi cocina?
Pues utilizo variedad de cereales integrales. Me estoy refiriendo al grano original en su estado puro, que se pueden usar para desayunar, comer o lo que se quiera.
Hago la aclaración porque cuando hablo de esto, a menudo hay personas que creen que me refiero a cereales de desayuno tipo Corn Flakes o parecidos, que si son cereales, pero no tienen que ver realmente ni en forma ni en añadidos.
Un ejemplo de enfoques o interpretaciones:
En algunos casos, si dices que hay arroz para desayunar, se hace cortocircuito, como si fuera algo de locos, o en el mejor de los casos puede pensar en el arroz inflado que venden para desayuno.
Se tiende a relacionar arroz con comida o en algún caso cena, desde una parte salada, en cambio, ¿no es el arroz con leche un postre muy típico y dulce?, este mismo uso u otro se le puede dar al desayuno, depende los condimentos y acompañamientos que pongas será un plato dulce o saldado para desayuno comida o cena. Pongo el arroz como puede ser otro cereal, ya que el más común es el trigo en sus diferentes versiones y formatos.
Creo que todo es una cuestión de costumbres y creencias, culturales, familiares o del tipo que sean.
Si te lo planteas y lo confrontas, te das cuenta de que realmente es algo mental que nos limita. Necesitamos salir un poco del automático, de lo que conocemos o hacemos de siempre y proponernos determinadas preguntas para elegir desde la propia consciencia de uno mismo.
Como decía antes, nos dejamos llevar por lo “común”, y lo común es lo que nos venden, lo que nos quieren vender, que por otro lado es “lo fácil”, como todos lo hacen y es lo que más se ve, se oye, se hace, pues es lo corriente y está bien, sin planteamientos. ¿Te has preguntado alguna vez, de la mayoría de cosas que se venden en los supermercados cuanto aportan o restan a la salud?
El tema es que a veces al no escuchar a nuestro cuerpo, el efecto lo vemos o sentimos más a largo plazo que a corto, entonces… como no se ven los efectos, no hace daño, y si acaso ya pondré remedio. Es como el tabaco.
Bien lo importante es darse cuenta de que es tu elección como te tratas y que metes en tu cuerpo.
Otro tema es el peso y los regímenes, que por el mayor motivo que las personas deciden hacer algún cambio en la alimentación. Con esto sucede tres cuartos de lo mismo.
En mi opinión no sería necesario ningún régimen cuando hay una alimentación saludable y equilibrada, incluso te puedes permitir comer determinados alimentos de vez en cuando, la clave es que ese no sea el hábito.
Todo es una cuestión de enfoque y mentalidad, empezando por la parte emocional, muy unida a esto.
La normalidad, aunque se le haya dado, no es comer procesados, no es tener kilos de más, no son los dolores… en cambio, se ha hecho tan habitual, que no se hace sencillo plantearse algo diferente.
Yo lo veo mucho con mis padres. Para ellos dar alimentos no saludables continuamente a sus nietas (postres y bollería industrial, por ejemplo), es como por norma y si tú no se lo quieres dar, eres rara, o, pobrecilla la niña porque no se lo dejas comer (cuando además lo ofrecen sin que la niña ni siquiera lo haya pedido), y ante la negativa, justifican el dárselo con frases tipo…pues está de vacaciones, es fin de semana, o es un premio, o comentarios de este tipo.
Para ellos, como para muchos, es lo habitual, lo inusual es no dárselo, es más es privar a las niñas de algo para ellos estupendo.
Ellos van a dárselo con todo su amor y buena intención, desde como ellos lo ven y lo sienten.
En cambio, lo cierto y lo que además hay de fondo, aunque por supuesto, esto es totalmente inconsciente, es que para ellos es una forma de conseguir amor de sus nietas, ellos lo viven como que darla algo”rico y bueno” va a hacer que la niñas les quieran más, cuando no se dan cuenta, que no es la mejor forma de querer a un niño, ni de hacer que te quieran, y por ende tampoco de enseñarles la mejor manera.
En su estructura mental, con una comida más saludable no ganan ese amor, no son especiales, cuando en realidad, entregarían mucho más amor dando otras posibilidades, solo que en este caso no sentirían el beneficio emocional.
Y como digo, al ser lo que “todo el mundo” come, no hay más planteamiento.
No valoran ni se plantean la idea de que ofreciéndolas otro tipo de alimentos están fomentando buenos hábitos y aportando verdadera nutrición, realmente las están cuidando.
Todo esto puede parecer algo disparatado, pero así funcionamos, a parte de las costumbres y hábitos adquiridos, nos mueven las necesidades emocionales que todos tenemos y que normalmente, no se cubren de una forma funcional.
Bueno, a lo que iba, que me dejo llevar y me salgo del tema.
Más allá de la pasta de trigo y el arroz, que yo consumo en su versión integral, también como a diario mijo, quinoa, sarraceno, amaranto, espelta, entre otros.
Desde que se dio origen a la industrialización y comenzaron a refinar los alimentos para comercializarlos, nos hemos venido acostumbrando y limitando en su mayoría, a trigo y arroz en esa versión refinada, es decir, pasta y arroz blanco, dejando de lado la gran variedad que existe con sus grandes aportes y beneficios nutricionales y en su forma y estado original.
Ahora se están “poniendo de moda” y parece que vuelven a oírse en un ámbito más amplio. Algunos de ellos se pueden comprar, incluso integrales, en los supermercados más comerciales, pero hasta no hace mucho, no se encontraban fuera de herbolarios, dietéticas o de este tipo, incluso algunos solo por encargo.
Aunque como mencionaba, esto está empezando a cambiar y están cada vez en más sitios, estos tipos de “granos” (cereales o seudocereales) no son lo más generalizado a la hora de comer, y se consideran muy a menudo como raros, cuando lo cierto es que son alimentos milenarios, de aquí cuando digo que vamos en piloto automático y hay desinformación.
El mensaje que pongo sobre la mesa de todo esto, por si no se ha hecho notar, es que muchas veces generamos una costumbre porque es lo que hemos visto o aprendido y ni siquiera nos da por cuestionarla, por lo que en ocasiones ni siquiera sabemos que existen otras posibilidades. Así que, a veces es una simple cuestión de descubrir, de curiosidad. En definitiva, de apertura y de información.
Hemos perdido las tradiciones ancestrales que nos cuidaban y conectaban con la tierra, con nosotros. Mi sentir es que necesario volver a integrarlo, reconectar con ello y con su energía.
Este es uno de los motivos por los que me he animado a escribir sobre esto. Aunque como he dicho, no soy una experta, si puedo compartir lo que yo conozco y dar una pincelada de información por si pudiera generar nuevas posibilidades para un planteamiento diferente, desde otra conciencia, que a su vez pueda llevar, o no, a un pequeño/gran cambio, a nuevas elecciones que llevaran también a nuevos resultados.
Continuando con los cereales, estos al recolectarse, en su origen son integrales y contienen todos sus aportes, sin embargo, en su lugar a lo que se le ha dado normalidad es al resultado de un tratamiento, los cereales refinados. De esta manera han pasado por un proceso en el que les han quitado su cáscara y por ende contienen menos fibra, menos vitaminas y minerales y además tienen mayor índice glucémico (se convierten más rápidamente en glucosa produciendo picos elevados de azúcar en sangre).
Por esto además de consumir variedad de cereales, los utilizo integrales.
En su origen integral, los cereales contienen más antinutientes (sustancias que interfieren la absorción o asimilación de vitaminas, minerales o cualquier otro), también presentes en las legumbres, frutos secos, semillas, salvado, verduras de hoja verde, etc. Así es como la naturaleza los crea para protegerlos de que no se los coman los animales, insectos u otros, de esta forma asegura que puedan germinar y crear nueva vida con nuevas plantas.
La forma en la que se solventaba esta característica antiguamente era germinándolos, fermentándolos o remojándolos.
En la actualidad algunas fuentes dicen que cocinándolos se eliminan gran parte de los antinutrientes.
Lo que yo hago de forma más habitual después de investigar varios fundamentos, sobre todo en granos y semillas, es ponerlos unas horas en remojo previamente a su cocción. Los tiempos también varían según las fuentes y el tipo de alimento.
Mis tiempos: dependiendo del alimento, entre 6 y 24 horas generalmente.
Otra parte muy importante en mi dieta son las frutas y verduras.
Por lo que observo en una gran parte de la población, no se contempla como el mayor porcentaje de la alimentación, llegando a ser casi inexistente en muchos casos. Es con esta parte de donde obtenemos gran cantidad de fibra, vitaminas y minerales.
¿Qué hace que la gran mayoría se preocupe de ellas, o en general de la alimentación, cuando se ven con kilos de más o, peor aún, con un diagnóstico/ enfermedad, donde los mismos médicos recomiendan cambiar determinados hábitos y eliminar ciertos alimentos y no antes?
Quizás, y como desde el principio, esta es mi opinión, si lo habitual fuera enfocarlo de otra forma y prestarla atención de manera habitual y no como “obligación” sino como hábito, sería mucho más fácil y algunas consecuencias de todo tipo de niveles, se evitarían en gran medida.
Otra parte que incluyo, también importante, son grasas saludables tipo semillas, frutos secos, aguacates, aceites de 1ª presión en frío, etc.
No tomo ningún tipo de embutido ni carne y los lácteos y fritos no forman parte habitual de mi alimentación.
Considero que no es necesario si no quieres, ser rígido ni extremista para alimentarse de forma saludable y sin necesidad de grandes esfuerzos, es simplemente una cuestión de hábitos.»
Sonia Mª P.
Comments are closed